Desafíos de las mujeres frente al cambio climático

Desafíos de las mujeres frente al cambio climático

Adalicia Cruz es una agricultora muy trabajadora que, con azadón y machete en mano, se ha dedicado toda la vida al cultivo de la tierra en Marale, Honduras. Los frutos de su parcela siempre han sido la principal fuente de alimentos e ingresos de su familia, al igual que los más de cinco millones de agricultores que viven en el Corredor Seco Centroamericano.

Como todos quienes viven de la agricultura en esta región, reconocida por sus prolongados períodos de sequía y patrones climáticos impredecibles, Adalicia ha tenido que enfrentar muchas veces la pérdida de sus cultivos, no solo por falta de lluvia, sino también por el impacto de los eventos climáticos extremos.

El cambio climático ha empeorado las condiciones ya difíciles del Corredor Seco, haciendo las temporadas de sequía cada vez más largas y calientes, y las tormentas tropicales más extremas. Por eso, la perseverancia de Adalicia y su capacidad de hacerle frente a la adversidad, ya no son suficientes.

“La tierra solía ser más productiva debido al clima estable, pero hemos visto muchos cambios. Las sequías de hace 20 años no eran tan frecuentes y ahora son frecuentes y prolongadas”, comenta Adalicia.

Además de la pérdida de cosechas, Adalicia también sabe lo que es empezar de cero debido a los huracanes. En 2020, tuvo que enfrentar el paso de las tormentas Eta y Iota que, en tan solo dos meses, arrasaron sus cultivos de maíz y frijol.

agricultora hondureña muestra sonriente su cosecha de maíz
Adalicia Cruz sale todas las mañanas de su casa con azada y machete en mano para trabajar en sus parcelas de frijol y maíz. Foto por Dany Alvarado para CRS.

“Cuando nosotros estábamos tratando de salvar nuestra cosecha por el paso de Eta, vino Iota y nos terminó de arruinar. Trajo consigo lo que aquí llamamos el hielo, que pudrió los frijoles y se nos inundó todo, dice.

La historia de Adalicia ilustra no solo las difíciles condiciones que enfrentan los agricultores hoy, sino también el impacto desproporcionado que el cambio climático tiene entre las mujeres.

Según las Naciones Unidas (ONU), ellas se encuentran entre los grupos de población más vulnerables a la crisis climática, no solo por representar el 70% de las personas más pobres del mundo, sino también por tener una mayor dependencia a los recursos naturales para sobrevivir. Adicionalmente, las desigualdades de género ya existentes hacen difícil su adaptación a los cambios del clima.

Mujeres al mando de la tierra

En Centroamérica, la participación de las mujeres en la actividad agrícola ha aumentado significativamente debido a la migración de hombres en las zonas rurales, siendo los eventos climáticos extremos una de las causas de este desplazamiento.  

Al abandonar sus hogares, los hombres dejan en manos de las mujeres el cultivo de la tierra. Así, a las actividades que ellas tradicionalmente realizaban, como la crianza y la alimentación de sus familias, se suma la responsabilidad total sobre las actividades agrícolas.   

agricultoras de Honduras recorren parcelas de maiz
Mujeres de Marale, Honduras, guiadas por Adalicia Cruz, quien se ha convertido en una agricultora modelo al compartir sus conocimientos de agricultura sostenible en la zona. Foto por Dany Alvarado para CRS.

“Debido al cambio climático se ve a las personas emigrar, más a los hombres y a los jóvenes, y las mujeres tienen que quedarse cumpliendo el rol”, asegura Eugenia Cruz, agricultora del Corredor Seco en Honduras.

De esta manera, la dependencia de la mujer a los recursos naturales es mayor y así mismo su vulnerabilidad cuando las sequías y las tormentas ponen en riesgo su principal medio de vida.

Más riesgos para ellas

Según la ONU, las mujeres y los niños tienen 14 veces más probabilidades de perder sus vidas, luego de un desastre natural. Teniendo en cuenta que la crisis climática está incrementando la severidad y frecuencia de los desastres naturales, las mujeres, por lo tanto, estarán más expuestas a los riesgos que estos acarrean.

Durante las sequías, las agricultoras deben trabajar más arduamente para obtener sus ingresos y los alimentos que necesitan sus familias, especialmente cuando enfrentan la pérdida de sus cosechas o cultivos.

La incertidumbre en la producción de alimentos fundamentales en la dieta de sus familias, generada por patrones del clima cada vez más impredecibles, puede llevarlas a enfrentar escasez de alimentos para satisfacer sus necesidades.

En las zonas rurales de los países en desarrollo, la responsabilidad de recolectar agua y leña también suele recaer sobre las mujeres, por lo cual deben caminar largas distancias para encontrar estos recursos y transportarlos a cuestas a sus hogares.

El huracán Eta en Nicaragua dejó a muchos agricultores de la comunidad indígena miskita Wawa Bar sin sus cultivos y agua potable. Foto por Katlyn Holland/CRS.

El cambio climático está afectando el acceso a fuentes hídricas seguras, pues en épocas de sequía no pueden encontrarse fácilmente, llevando a las mujeres a caminar distancias más largas en su búsqueda y exponiéndolas a situaciones de inseguridad.

Cuando hay inundaciones generadas por tormentas, estas fuentes de agua se contaminan, lo cual pone en riesgo la salud de las mujeres y sus familias.  

Además, se espera que la crisis climática generará el desplazamiento de más de 143 millones de personas para el año 2050, según estimaciones del Banco Mundial. La mayoría de los desplazados serán mujeres y niños, lo que demuestra, una vez más, que las mujeres enfrentan mayores riesgos y vulnerabilidad.

Las desigualdades las hacen más vulnerables

Otro de los desafíos de las mujeres frente al cambio climático son las desigualdades de género existentes, las cuales tienden a ampliar su vulnerabilidad frente a la crisis.

Aunque en los países en desarrollo ellas representan el 45% de la mano de obra agrícola, de acuerdo con datos recientes de la FAO, las mujeres son más pobres que los hombres, tienen menos o ningún acceso a la educación, son propietarias de menos del 10% de la tierra y carecen de acceso a créditos y capacitación agrícola. Todas estas brechas de género hacen más difícil su adaptación al clima.

Por esta razón, es crucial facilitar a las mujeres su adaptación al cambio climático. Catholic Relief Services brinda apoyo y asesoría técnica a las mujeres agricultoras de México y Centroamérica para implementar prácticas de agricultura sostenible, que les permite tener cultivos más resilientes a los desafíos del clima y así asegurar el sustento y alimentación de sus familias.

Te invitamos a unirte a nuestras campañas que buscan ayudar a las comunidades más afectadas por el cambio climático.

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