Lo que el Farm Bill hace posible: La historia de Raúl

Lo que el Farm Bill hace posible: La historia de Raúl

No son todavía las 5 a.m. y Raúl Chanchavac ya está levantado y listo para ir a trabajar. Raúl estudió contaduría en el bachillerato, pero su jornada laboral no comienza en una oficina. En cambio, Raúl camina 20 minutos por la vereda principal para llegar a su finca donde le espera un largo día de labrar la tierra, cosechar, entregar productos, supervisar a los trabajadores, reunirse con clientes y otras muchas tareas más.

Raúl tiene su casita en Totonicapán, un pequeño poblado en el Oeste de Guatemala. Su pasión por el campo lo llevó a optar por la agricultura tal como lo hicieron sus padres. Ahora él y su esposa Lilian, trabajan juntos la tierra desde hace casi una década.

Lilian y Raúl trabajan en sus campos.

Superando obstáculos con Food for Peace

Dedicarse a la agricultura en Guatemala es un trabajo duro. Raúl y Lilian han lidiado con las enfermedades de las plantas, la escasez de agua y el impacto cada vez más devastador del cambio climático.

“Yo tenía muchas pérdidas; no era rentable. Se morían las plantas. A veces ni entendía por qué”, recuerda Raúl. “Hasta que un hermano me dijo: ‘Tienes que perseverar un poquito más. Tienes que luchar un poquito más, y no perder la fe’”.

A pesar de tantos desafíos, los Chanchavac soñaban con expandir su finca para convertirla en un negocio agrícola más rentable y poder brindar un mejor futuro a sus hijos pequeños, Dylan y Marcos. Y Raúl estaba ansioso por aprender.

“Yo era muy preguntón. Algo que no sé, pregunto. Yo era así, yo preguntaba mucho”.

Raúl se unió a Food for Peace (Alimentos para la paz), un programa de CRS financiado por el Farm Bill que brinda capacitación técnica y diversos tipos de apoyo a los agricultores. Él y Lilian construyeron un invernadero para diversificar su producción de vegetales. Además de tomates, comenzaron a cultivar cebollas, chiles y naranjas, enfocándose también en la calidad.

Raúl, Lilian y Dylan, su hijo de cinco años, muestran algunos de los vegetales que producen en su finca. Foto de Erick Josue Hernández para CRS.

Las cosechas de Raúl y Lilian eran abundantes y pronto encontraron nuevos desafíos: ¿En dónde podrían vender sus productos de manera estable y recibir un precio justo?

Ingreso al mercado a través de McGovern-Dole Food for Education

Raúl y Lilian participaron en otro programa de CRS llamado Nuestra Cosecha, autorizado por el Farm Bill a través del programa McGovern-Dole Food for Education (Alimentos para la Educación de McGovern-Dole). Por medio del programa, los agricultores locales venden sus productos a las escuelas para que preparen con ellos los almuerzos escolares diarios y gratuitos que ofrecen a los estudiantes. Los almuerzos, también proporcionados mediante McGovern-Dole, ayudan a los estudiantes a superar la desnutrición y a aprender de manera sólida en la escuela.

Raúl y Lilian mejoraron sus sistemas de empaque y entrega de vegetales, perfeccionaron sus prácticas comerciales y desarrollaron relaciones con compradores escolares. Hicieron acuerdos con seis escuelas por medio de Nuestra Cosecha y firmaron contratos para entregar productos a 10 escuelas más fuera del proyecto.

Lilian (izquierda), con su hijo Marcos en su espalda, y Raúl (centro), cargan su camioneta con producto empacado para repartirlo a las escuelas locales. Foto de Erick Josue Hernández para CRS.

“Cuando vendíamos en los mercados informales, no sabíamos cuánto íbamos a ganar. Y ahora que vendemos en los mercados formales o en las escuelas, ya nuestra ganancia es un poquito más elevada”, cuenta Lilian. “Nuestros clientes nos dicen que les gusta nuestro producto porque está fresco. Nuestro deseo es que ayude a los niños a ser más fuertes y a que puedan aprender mejor cuando estudian”.

Con su negocio en crecimiento, los Chanchavac emplean a 17 personas. También comparten sus conocimientos con otros agricultores para mejorar sus cosechas, haciendo que toda la comunidad salga adelante.

“Mi visión es ayudar a las personas. Quiero ayudar a mi familia. Quiero ayudar a mis vecinos. Quiero ayudar a los productores. Ahorita que tengo un negocio, me gusta darles el “chivo” (la fórmula secreta) a las personas que cultivan. Me gustaría que otras personas resaltaran, otras personas emprendieran. La prosperidad a nivel comunal se ha vuelto para mí una prioridad”, comenta Raúl.

Alrededor del mundo, historias como la de Raúl y Lilian son posibles gracias a que el Farm Bill autoriza programas como Food for Peace, Food for Progress, McGovern-Dole Food for Education y Farmer-to-Farmer. Estos programas brindan asistencia alimentaria vital a millones de personas y financian proyectos de desarrollo a largo plazo que ayudan a las comunidades a ser más resilientes.

Dado que el Farm Bill expirará el 30 de septiembre de 2023, es importante que pidas a tus congresistas que lo reautoricen dando prioridad a los programas internacionales de asistencia alimentaria para que más comunidades puedan prosperar.

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