El 27 de febrero, se cumplen tres años desde que un terremoto de 8.8 grados impactara a la región costera del norte de Chile. Registrado como el quinto más intenso desde 1900 este terremoto, seguido por un tsunami dejó 700 muertos, 500 mil hogares dañados o destruidos y más de 2 millones de chilenos afectados. Debido a la estable situación del país, Catholic Relief Services (CRS) no ha operado en Chile desde hace varios años, sin embargo respondió en conjunto con Cáritas Chile.
La asistencia de emergencia incluyó paquetes de alimentos, artículos de higiene, refugio para los desplazados y la transición a viviendas permanentes entre otras áreas de asistencia para las que CRS cuenta con destacados expertos.
Aquí compartimos una historia de CRS Bolivia:
Elizabeth Vidal vive en Rinconada de Doñihue con su esposo, un agricultor, y sus seis hijos, en una casa construida con el apoyo de CRS.
Elizabeth Vidal Carrera vive en Rinconada de Doñihue, una de las comunidades más afectadas por el terremoto y también una de las áreas que fue socorrida por CRS y Cáritas después de la catástrofe. Foto por personal de CRS.
Rinconada de Doñihue es una comunidad agrícola de aproximadamente 570 personas, en la diócesis de Rancagua. Fue una de las comunidades más afectadas por el terremoto del 27 de febrero de 2010. Las viviendas de esta comunidad fueron construidas en su mayoría de adobe y el 75 por ciento de sus residentes se vieron afectados.
Antes del terremoto, Elizabeth y su familia habían construido una casa en un terreno de su madre, que ella había heredado de los abuelos de Elizabeth. La casa fue destruida por el terremoto, sin embargo, dado que las escrituras de la casa estaban a nombre de su abuelo, Elizabeth no pudo recibir el subsidio de vivienda ofrecido por el gobierno chileno.
Con el apoyo de CRS, la organización Cáritas local llevó a cabo una evaluación que dio lugar a la reconstrucción de 10 viviendas en Rinconada de Doñihue. La familia de Elizabeth fue una de las familias beneficiadas por este apoyo, y ahora tienen un hogar que les brinda seguridad y dignidad.
CRS también financió un proyecto centrado en la recuperación de la economía local tras el terremoto. A través de esta iniciativa, Elizabeth recibió las materias primas para la producción de “chamantos”, ponchos tejidos en telares de lana y seda. Los ponchos son parte de la vestimenta tradicional de los campesinos chilenos y su producción artesanal es una de las once empresas apoyadas por CRS en Rinconada de Doñihue.
Elizabeth aprendió a tejer estos ponchos de su madre, y enseñó a sus dos hijas, para que ellas continúen con la tradición del telar. Ahora ella está empleada por un intermediario que le proporciona el hilo para tejer y le paga 625 dólares (300.000 pesos chilenos) por cada poncho terminado, el cual tarda aproximadamente tres meses para hacer.
Elizabeth está invirtiendo las ganancias en su futuro. Ella fue a la ciudad capital de Santiago con un empleado de Cáritas para comprar 125 dólares (60.000 pesos chilenos) en hilo. Ella planea tejer un poncho con este hilo, que podría costar hasta 3.750 dólares (1.800.000 pesos chilenos) al finalizar. Su meta es invertir el dinero obtenido de la venta de su poncho en los gastos familiares y en la compra de más hilos para tejer otro poncho.
“Voy a trabajar para mi jefe hasta que pueda terminar mi poncho,” dijo Elizabeth, quien ha formado un grupo de otros tejedores de ponchos en Rinconada de Doñihue. Juntos sueñan con abrir su propio negocio.
María de los Ángeles es Coordinadora de Emergencias en la zona de Sudamérica y ha trabajado para CRS desde 2009.
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