Kenianos se unen para defenderse de la sequía

Por Debbie DeVoe

Las cosas no están bien en Mutha, Kenia. El sol es tan brillante que la luz ya no es amarilla sino blanca. La tierra estéril es dura, cubierta con un polvo fino de color salmón que cubre los pies y los zapatos de todos. Solo unos pocos árboles con espinas, baobabs (árboles de la familia Adansonia) y ocasionales arbustos se abren paso por encima de la superficie.

Los residentes de esta zona sin agua no han obtenido una cosecha desde el 2002. Durante siete años han sobrevivido. De vez en cuando, han ganado unos cuantos dólares cortando y quemando árboles para hacer carbón vegetal para vender. Y con cada árbol que desaparece, aumenta el riesgo de que la sequía continúe.

Aunque su última cosecha fue en 2002, Kanini Mwalimu está segura de que obtendrá una cosecha con las próximas lluvias, particularmente por sus nuevas terrazas terraplén. Foto de Debbie DeVoe/CRS

Aunque su última cosecha fue en 2002, Kanini Mwalimu está segura de que obtendrá una cosecha con las próximas lluvias, particularmente por sus nuevas terrazas terraplén. Foto de Debbie DeVoe/CRS

“La situación no es buena. No hay agua, por lo que no hay alimentos”, dijo Kanini Mwalimu, una agricultora que con su esposo mantiene a sus cinco hijos y su suegro.

Recientemente, la situación se ha puesto aún peor. A los kenianos se les permite cortar árboles en su propiedad, pero ya que no llueve, la búsqueda de madera para hacer carbón ha llevado a que muchas personas cada vez más traspasen reservorios protegidos. Para resguardar el frágil medio ambiente de Kenia de un mayor daño, el Gobierno está haciendo cumplir la prohibición de carbón, dejando a las familias con pocas opciones de ganar dinero para comprar comida.

Agradecidos por los alimentos y el trabajo de conservación

Los residentes de Mutha y miles más kenianos recibieron ayuda de Catholic Relief Services (CRS) y otras agencias lo cual les dará un poco de alivio. A lo largo de las zonas afectadas por la sequía, los agricultores se están organizando en grupos para construir terrazas terraplén en cada una de sus granjas a cambio de suministros de alimentos o vales de comida.

En asociación con la Diócesis de Kitui, CRS está proporcionando a 1.300 familias de agricultores vales de alimentos valorados en 40 dólares a cambio de 20 días de trabajos de conservación. La Diócesis de Garissa, ubicada un poco más al este, está coordinando este proyecto contra la sequía en otros 1.000 hogares.

Aunque 40 dólares no parece ser una cantidad significativa de dinero, estos vales de alimentos permiten que las familias se alimenten durante tres o cuatro semanas; hasta la fecha en que se espera lleguen las próximas lluvias. El proyecto además ayuda a los comerciantes locales, quienes estuvieron de acuerdos en aceptar los vales para alimentos, que después cambiarán en efectivo en las oficinas diocesanas.

“Este programa es bueno porque ahora tengo comida y antes no”, dijo la agricultora Mwende Kioko, que con su esposo mantiene a cinco niños y cinco adultos. “Trabajar en grupo también es bueno, porque somos capaces de construir más terrazas en poco tiempo. Es bueno obtener estos alimentos por el trabajo. Las terrazas ayudarán a conservar la humedad en mi granja por lo que mi cultivos crecerán bien”.

Construir terrazas terraplén es un trabajo difícil, pero la promesa de los alimentos hace que la tarea sea más atractiva. Este trabajo de conservación es tan valioso que algunas familias con miembros discapacitados o enfermos —que no tienen que trabajar para recibir los vales— buscaron otros parientes para que participaran del trabajo de manera que las terrazas también sean construidas en sus granjas.

El futuro aún luce sombrío

Los kenianos enfrentan otras dificultades por la falta de agua.

“Actualmente he teniendo que recorrer 15 kilómetros [cerca de 9 millas] en bicicleta para llenar dos conteiner de 40 litros [10 galones], esto me toma alrededor de 12 horas”, explicó Kanini. “Pero tratar de llenar los conteiner en el quiosco de agua local puede tomar hasta tres días haciendo fila”. La familia de Kanini usa el agua para beber, cocinar y lavar los utensilios. Bañarse y lavar la ropa se realiza en turnos cada cierto tiempo si el suministro de agua lo permite.

En estos momentos, la pregunta más seria es qué va a pasar cuando los alimentos de los vales se agoten, ahora que las familias no pueden ganar dinero extra haciendo carbón vegetal.

“Tengo cinco cabras. Si llueve, pueden encontrar pasto y agua suficientes para producir leche para nosotros”, dijo Kanini. “Voy a tener que vender una de las cabras si las cosas se ponen muy mal”.

La mayoría de los kenianos mantienen la esperanza incluso frente a la calamidad. Saben que si vienen las lluvias, finalmente, la temporada de El Niño pronosticada podría complicar sus problemas con inundaciones. Pero por ahora, piden a Dios que los ayude y están agradecidos por la asistencia de CRS y de las iglesias afiliadas a la organización.

Debbie DeVoe es asociada regional de comunicaciones en la región del este y del sur de África para Catholic Relief Services. Su oficina está en Nairobi, Kenia.

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