LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA

Foto de Christy Zuccarini/CRS

LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA

Foto de Christy Zuccarini/CRS

 

Los Siete Dolores de la Virgen María es una antigua devoción que nos ayuda a acompañar a María en su dolor y a meditar en el nacimiento, vida y pasión de Cristo. La fe y la fortaleza de María pueden ayudarnos a reflexionar sobre nuestro propio llamado del Evangelio para servir a aquellos que sufren y que pasan necesidad.

Los Siete Dolores de la Virgen María:

  1. La profecía de Simeón
  2. La huida a Egipto
  3. El Niño Jesús perdido en el templo
  4. Jesús encuentra a su madre
  5. La crucifixión
  6. Jesús es bajado de la cruz
  7. Jesús es colocado en el sepulcro

EL PRIMER DOLOR DE MARÍA

La profecía de Simeón

María, madre y discípula:
La profecía de Simeón reveló a María que ella no podría retener a su hijo para siempre. Llegaría el día en que ella tendría que dejarlo llevar a cabo su misión por el bien de muchos. La Virgen María no sabía cómo sucedería eso pero comprendía que iba a ser terriblemente doloroso.  

Cuando el bienestar de todos está en juego, nos resulta fácil comprender que debemos ayudar; sin embargo, no siempre resulta claro de qué manera debemos hacerlo. El ejemplo de María nos enseña que la perseverancia, la fe y la confianza en Dios nos ayudan a darnos cuenta de la misión que Él nos ha encomendado a cada uno de nosotros y cómo podemos llevarla a cabo.

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Me resulta difícil ponerme al servicio del bien común? ¿Cómo encuentro a Jesús en medio de mis dificultades?
  2. ¿Cuándo he acompañado a mi prójimo durante sus luchas? ¿Encuentro a Jesús cuando antepongo el bien común a mis intereses personales?

Oración

Padre nuestro… Dios te salve… Gloria al Padre…
Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros. 

EL SEGUNDO DOLOR DE MARÍA

La huida a Egipto

María, madre y discípula:
María se ve obligada a abandonar su hogar y huir con su familia a una tierra extranjera, temerosos por la persecución y la matanza de los inocentes. La experiencia de la Sagrada Familia como refugiados es el anticipo de las palabras de Jesús: “Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa”.

Así como la Sagrada Familia, millones de familias en todo el mundo han tendido que abandonar sus hogares debido a la guerra, los desastres y la persecución, buscando oportunidades para trabajar y vivir con dignidad.

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Alguna vez he sido un forastero en necesidad de acogida?
  2. ¿En alguna ocasión he tenido la oportunidad de acoger a alguien? ¿Cómo respondí?

Oración

Padre nuestro… Dios te salve… Gloria al Padre…
Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros.

Pintura de Vittore Carpaccio, la Sagrada Familia huye a Egipto
La huida a Egipto de Vittore Carpaccio; dominio público, a través de Wikimedia Commons 

EL TERCER DOLOR DE MARÍA

El niño Jesús perdido en el templo

María, madre y discípula:
Angustiada y afligida, María no dejó de buscar a Jesús. Buscó entre amigos, familiares y desconocidos por igual. Y aunque lo encontró, ella no entendió sus palabras.

Nosotros también buscamos a Jesús y buscamos seguir con su misión en nuestro mundo. Hay momentos en que, como María, estamos deseosos de contribuir en la construcción del reino de Dios, pero no entendemos los desafíos que se nos presentan. Sigamos el ejemplo de Nuestra Madre Santísima, confiando en que Dios nos llama allí donde somos más necesarios.

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Alguna vez he sentido una preocupación o angustia como la de María al querer hacer la voluntad de Dios? ¿Cómo afronté esos sentimientos?
  2. Dios me llama a plantar semillas de paz y justicia que tal vez otros regarán y otros más verán florecer. ¿Cómo respondo a este llamado aun cuando quizás no tenga claro cuál es mi papel?

Oración

Padre nuestro… Dios te salve… Gloria al Padre…
Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros.

EL CUARTO DOLOR DE MARÍA

Jesús encuentra a su Madre

María, madre y discípula:
María se puso a sí misma en una situación peligrosa. Con el fin de estar presente para Jesús en su momento más terrible, no dudó en estar rodeada por una multitud de hombres y mujeres sedientos de sangre. Sin embargo, fortalecida por la fe, su amor nunca vaciló.

En María, encontramos el modelo perfecto de amor y empatía, la personificación de lo que significa acompañar a quienes han sido marginados y descartados por la sociedad. Por medio de la Virgen, somos alentados a caminar junto a nuestros hermanos que más sufren.

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Qué podemos aprender del ejemplo de María ante el sufrimiento humano? ¿Cómo puede su ejemplo guiar mis esfuerzos para construir el reino de paz y justicia de Dios?
  2. ¿Qué creo yo que sintió María al encontrarse con Jesús? ¿He vivido momentos similares en mi vida?

Oración

Padre nuestro… Dios te salve… Gloria al Padre…
Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros.

Pintura de Bernardo Cavallino; Jesús se encuentra con su madre camino al Calvario
Procesión al Calvario de Bernardo Cavallino; dominio público, a través de Wikimedia Commons

EL QUINTO DOLOR DE MARÍA

La Crucifixión

María, madre y discípula:
Podemos imaginar cómo las palabras de Jesús “Todo se ha cumplido” resonaron en el corazón de María mientras veía el cuerpo inerte de su hijo. ¿Era este un momento de desesperanza para María? ¿Habrá sentido como si Dios la hubiera abandonado? En María, vemos a una mujer que está presente ante el sufrimiento hasta el final. Vemos a una mujer que, a pesar de su gran dolor, sabe que en los planes de Dios no hay cabida para la duda ni el egoísmo, y que no puede dejar a los demás solos en sus penas.

Jesús, por medio de María, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la comunidad, incluso en momentos de gran oscuridad.

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Me pongo a disposición de los demás, incluso si yo mismo estoy sufriendo?
  2. ¿Qué papel puede desempeñar mi comunidad en momentos de pruebas y sufrimiento?

Oración

Padre nuestro… Dios te salve… Gloria al Padre…
Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros.

EL SEXTO DOLOR DE MARÍA

Jesús es bajado de la Cruz

María, madre y discípula:
Sin apartarse del lado de su hijo incluso después de su muerte, María nos revela la importancia de la muerte con dignidad. El cuerpo de Jesús no se queda en la cruz, sino que es bajado para ser sepultado.

En nuestro mundo de hoy, muchos de nuestros hermanos son dejados en sus propias cruces: cruces de hambre, falta de vivienda, guerra y persecución.

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Quién en mi entorno ha sido dejado en una cruz? ¿Cómo puedo ayudarle a bajar?
  2. ¿De qué manera promuevo la dignidad de quienes me rodean a lo largo de toda sus vidas? ¿He brindado atención con dignidad a alguien necesitado, tal vez al final de su vida terrenal?

Oración

Padre nuestro… Dios te salve… Gloria al Padre…
Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros.

Pintura de la Piedad de El Greco; María sostiene en su regazo el cuerpo de Jesús crucificado
La Piedad de El Greco; Dominio público, a través de Wikimedia Commons 

EL SÉPTIMO DOLOR DE MARÍA

Jesús es colocado en el sepulcro

María, madre y discípula:
Sabemos cómo termina la historia: al tercer día, Jesús resucita de entre los muertos, venciendo a la muerte. María, en cambio, no sabía qué era lo que sucedería pero sí sabía que Dios no la abandonaría, y perseveró. Enterró a su hijo y siguió con su trabajo, consolando a sus amigos a pesar de su propia tristeza.

Nuestra Madre, la Virgen María, es un ejemplo de esperanza llena de fe, el tipo de esperanza que debemos cultivar en nuestra propia vida mientras esperamos y trabajamos por el reino de Dios.

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Cuándo me ha sorprendido Dios, tomando lo que yo consideraba un fracaso y convirtiéndolo en un gran éxito?

2. ¿Cómo puede el ejemplo de María ser una inspiración para mi propio trabajo, especialmente en lo que me corresponde en cuanto a la edificación del reino de Dios en la tierra?

Oración

Padre nuestro… Dios te salve… Gloria al Padre…
Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros.

EL CÁNTICO DE MARÍA

ORACIÓN FINAL

Dios misericordioso, al meditar sobre los Siete Dolores de María, tu hijo Jesús viene a mi encuentro y al de mis hermanos. Que este reencuentro con Jesús cultive en mí un corazón solidario, animando el amor en mi actuar y llenando mi corazón de compasión frente al sufrimiento humano. Y que, con María, Nuestra Madre y ejemplo, mi fe sea fortalecida para ser testigo, discípulo y constructor de tu reino. Amén.