Inez Ramírez se apresura a la cima de la colina con vista a su finca y se detiene. Se quita el sombrero de paja manchado de sudor, se seca la frente con el dorso de la mano y mira lo que queda de sus plantas de café.

El agricultor guatemalteco, Inez Ramírez, muestra los efectos de la roya del café. Foto de Silverlight para CRS
Su quinta parte de hectárea (media acre) en las tierras altas del este de Guatemala es de aproximadamente el mismo tamaño modesto como el resto de los agricultores pobres del país. Y Ramírez, al igual que su padre antes de él, siempre ha sido pobre. Pero al menos el dinero que gana de la venta de café—más recientemente al distribuidor con sede en Vermont, Green Mountain Coffee Roasters, Inc. —es suficiente para que su familia salga adelante.
Es decir, hasta el año pasado, cuando la roya, un hongo que cubre las hojas del árbol del café con un polvo de color naranja-amarillo, devastó plantaciones por todo Centroamérica. Sólo un tercio de las plantas de Inez sobrevivieron la infección. Lo que queda es un cementerio de árboles de café cortados al nivel del tocón.
Suspira y se encoje de los hombros
“El próximo año voy a estar mendigando para salir adelante,” dijo sólo medio en broma.
La roya se fija en los poros, o estomas, de la parte inferior de las hojas de café. Una vez que una planta está infectada, sus hojas se marchitan y se caen. Mientras tanto, las bayas de café, que contienen las semillas que posteriormente se tuestan y se muelen en café, no maduran.
El hongo destruyó el 20 por ciento de la cosecha de este año en Centroamérica, costando aproximadamente 337.000 trabajos. Las familias cafetaleras perdieron 460 millones de dólares en ingresos.

Trabajadores inspeccionan un semillero en busca de signos del hongo de la roya. Foto de Silverlight para CRS
La mayoría son familias como la de Inez, con ingresos mensuales de alrededor de 200 dólares. Su producción se redujo en un 70 por ciento con respecto a la cosecha anterior, dijo él, lo que le costó alrededor de 1.100 dólares—el equivalente a 6 meses de ingresos.
El hermano menor de Inez, Lucio, está en la misma situación. La roya cortó su producción a la mitad, generando para el padre de tres hijos cerca de 750 dólares por la cosecha del año.
No hay una solución rápida
Con lo mal que está la situación, está destinada a empeorar—hasta tres veces peor. Catholic Relief Services encuestó a organizaciones de agricultores en todo Centroamérica, que producen algunos de los mejores cafés del mundo, para comprender mejor el problema. Un agricultor en El Salvador dice que la “crisis es en el 2014.”
“Eso se debe a que las plantas afectadas por la roya este año apenas ahora están comenzando a crecer de nuevo,” dijo Dan McQuillan, un especialista agrícola para CRS Guatemala. “Esas plantas no podrán madurar muchas bayas. Y ya estoy notando que la roya está afectando a esas mismas plantas debilitadas, que muchas personas no esperaban.”
“Este año fue sólo el comienzo,” dijo Lucio. “El café aún tenía granos pero se secaron. El próximo año [2014], será aún peor.”
Si sus predicciones son ciertas, las temporadas de escasez el tiempo entre cosechas cuando las familias de agricultores a menudo pasan hambre, serán más largas en toda la región, y el trabajo de temporada se reducirá hasta en un 40 por ciento.

Iris Santos, un técnico de la asociación del café en Guatemala, habla con los agricultores acerca de cómo manejar la roya. Foto de Silverlight para CRS
Desafortunadamente, gran parte del café de la región puede estar más allá de la solución rápida de los fungicidas, aunque los gobiernos de Costa Rica, Guatemala y Honduras ya han asignado fondos para el tratamiento de plantas que han sido sólo ligeramente afectadas. El café joven que ha sido más afectado por la roya, sin embargo, requerirá de un proceso de poda radical que corta las plantas de café a nivel del tocón. Y las plantas más maduras que están extremadamente dañadas necesitarán ser reemplazadas con nuevas plántulas.
Lucio logró reunir suficiente dinero para comprar un par de kilos de semillas resistentes al hongo para reemplazar las plantas que perdió. Son conocidas por producir un grano más ácido que las semillas que normalmente siembra, por lo tanto, le preocupa la calidad del café que producirán. Además, tomará algunos años para que las plantas nuevas comiencen a producir. Él e Inez dicen que, mientras tanto, tendrán que empezar a cultivar más maíz y frijol, el pilar de la dieta guatemalteca.
La diversidad hace la fuerza
La situación demuestra cómo los agricultores en Guatemala dependen demasiado del café como cultivo único. Es por eso que CRS está ayudando a los agricultores como Inez ampliar sus oportunidades para ganar dinero. En sociedad con Green Mountain Coffee Roasters, Inc., CRS está ayudando a Inez y su familia aprender a mantener abejas para la producción de miel, cultivar hortalizas en huertos familiares, criar tilapia y tender gallinas ponedoras— todo como parte de un enfoque integral al sustento de los agricultores.
CRS también está trabajando con los caficultores para administrar mejor sus campos de café a través de prácticas de manejo de suelo inteligentes, tales como el uso de fertilizante orgánico, técnicas de poda más eficaces y la aplicación responsable de fungicidas.
“La combinación de defensas es la mejor manera de ayudar a los agricultores capear el temporal actual, mientras que, al mismo tiempo, se preparan para un futuro más próspero y sólido” dijo McQuillan.

La apicultura proporciona ingresos cuando las cosechas del café se pierden debido a la roya de la hoja. Foto de Silverlight para CRS
Inez aplicó un par de dosis de fungicida el año pasado. Pero lo hizo demasiado poco, demasiado tarde. Descubrió su error cuando Iris Santos, técnico de Anacafé, la asociación cafetalera de Guatemala, visitó la comunidad por primera vez desde el brote.
Durante un taller de un día impartido por CRS en el mes de junio, Santos mostró a los agricultores cómo sembrar las plántulas y plantas de ciruela, y explicó el momento adecuado para el uso de fungicidas.
“Si logran llegar a la cosecha con el 35 por ciento de las hojas intactas, deberían estar bien,” dijo ella. “Esa es la meta para que puedan tener un futuro.”
Inez y Lucio asistieron al taller. Ellos aprendieron algunas estrategias para prevenir la roya de la hoja, pero su futuro es muy incierto.
Las abejas que la familia mantiene finalmente están comenzando a producir, y están entusiasmados por eso. Ellos creen que pueden vender 3,8 litros de miel (1 galón) por unos 18 dólares. También están construyendo un gallinero, y esperan comenzar a criar gallinas pronto.
Por suerte, la familia Ramírez es grande—seis hermanos, incluyendo a Inez y Lucio, viven en casas apiñadas alrededor de la casa de sus padres—y cuidan unos de otros.
“Realmente no tendré que mendigar,” dijo Inez. “Encontraremos la manera.”
Robyn Fieser es asociada regional de comunicaciones en la región de América Latina y el Caribe. Su oficina está en Santo Domingo, República Dominicana.