Algunas personas anhelan cambios pero no transformaciones, pero la realidad es que los verdaderos cambios ocurren cuando hay una transformación. Las transformaciones ocurren cuando oramos.En este momento apagamos todas esas voces que nos gritan que estamos vencidos, que ya no tenemos más oportunidades y nos dedicamos a escuchar la voz de Dios:

 

Señor, yo era un montón de ceniza

y me hiciste una luz para el mundo.

Yo era una piedra

y me hiciste sal para la tierra.

Estaba tan sin vida como la arcilla

y me hiciste parte del cuerpo de Cristo.

Yo era pecador

y tú me hiciste santo.

Yo no era nada

y me hiciste parte de todo.

Señor, en ti soy transformado

y transformado de nuevo.

Cuando los desanimados claman por la esperanza,

conviérteme en esperanza;

cuando los que sufren de hambre claman por pan,conviérteme en pan;

cuando los que tienen sed claman por agua, conviérteme en agua;

cuando los que sufren claman por ayuda, conviérteme en ayuda;

cuando los enfermos claman por sanación, conviérteme en sanación;

cuando los prisioneros claman por libertad, conviérteme en libertad;

cuando los marginados claman por amor, conviérteme en amor.

Señor, tú que eres esperanza,

que eres pan y agua,

que eres ayuda y sanación,

que eres libertad,

y que eres amor,

transfórmame de nuevo,

y así mantenme cerca de ti,

mientras transformas el mundo.

Amén

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