Día Internacional de la Mujer

Día Internacional de la Mujer

Sanadoras del mundo: CRS honra el Día Internacional de la Mujer al compartir estas historias impactantes de mujeres inspiradoras.

Reconocido cada año el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer honra las aportaciones y los logros de las mujeres en nuestro mundo. También promueve la igualdad de las mujeres y soluciones para lograr un mayor equilibrio de género en todos los aspectos de la sociedad.

En algunos de los lugares más afectados por la violencia y la pobreza en el mundo, Catholic Relief Services defiende la dignidad humana al empoderar a las mujeres para mejorar sus vidas y sus familias, y para sanar sus comunidades.

Los programas de CRS promueven la igualdad social y la inclusión de las mujeres en América Latina y África Occidental al ayudarlas a transformar sus roles en la sociedad—desde ciudadanas de segunda clase hasta pacificadoras, dueñas de negocios y creadoras de oportunidades.

Mujeres constructoras de un futuro mejor a través del espíritu emprendedor

Aun en los lugares más pobres y violentos del mundo, CRS cree que las mujeres tienen el poder de cambiar sus vidas y sus comunidades para mejorarlas. Lo presenciamos todos los días en la fe y la resiliencia de las mujeres con las que trabajamos. Lo más importante para transformar su esperanza en realidad es su empoderamiento como protectoras, generadoras de ingresos y constructoras.

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Elevar la posición de la mujer a través del espíritu empresarial

Trascender los estereotipos de género es difícil para las mujeres en algunas culturas. En Liberia, la condición de la mujer ha sido tradicionalmente segunda a la de los hombres. Es un país frágil, uno de los más pobres del mundo, que aún se está recuperando de una guerra civil de 14 años que terminó en 2003. A pesar de ser el primer país de África en elegir a una mujer como presidente en 2011, a las mujeres de Liberia se les han otorgado pocos derechos y poca autonomía económica.

Sin embargo, esfuerzos como el programa Activando una plataforma de apoyo para jóvenes emprendedores rurales (ASPYRE, por su sigla en inglés) de CRS, están ayudando a las mujeres jóvenes de las comunidades rurales a lograr su independencia económica a través del espíritu empresarial. El programa de un año de duración proporciona capacitación empresarial y microcréditos para impulsar a las pequeñas empresas, desde la venta de alimentos hasta la agricultura. Los participantes en el programa aprenden contabilidad básica y cómo crear planes de negocios y establecer cuentas de ahorro—e incluso cómo hacer una presentación a los expertos locales al estilo de Shark Tank para una inversión de microcréditos en su empresa emergente.

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“Este proyecto puede mejorar la vida de las personas y darles oportunidades”, dice Eunice Bellewah, de 23 años, que vino a ASPYRE con la esperanza de ampliar su negocio de venta de bocadillos. “Aprendí a ser creativa e innovadora durante las capacitaciones de CRS—aportar nuevas ideas”, dice Eunice. “Con el microcrédito, contrataré a alguien para ayudar a aumentar mi producción, luego mi negocio crecerá a un nuevo nivel”. Otra participante, Mary Gbono, de 26 años, pudo lanzar su plan para ampliar su negocio de venta de donas tradicionales. Ella dice que el microcrédito que recibió “ayudará a que mi negocio crezca. Ayudará a mi familia. Tendremos una vida mejor”.

Jóvenes Constructores: ayudando a las mujeres jóvenes a prosperar

En El Salvador y Nicaragua, el programa Jóvenes Constructores de CRS brinda a los adolescentes y jóvenes adultos capacitación en habilidades de vida y negocios para que puedan mantenerse mejor a sí mismos y a sus familias, y tener un impacto positivo en sus comunidades donde la violencia, las familias divididas y la pobreza son una forma de vida. Después de sufrir guerras civiles en la década de los ochenta, estos países están asolados por el narcotráfico y la guerra de pandillas, algunos de los factores de empuje que impulsan a miles de jóvenes, muchos de ellos menores no acompañados, a realizar el peligroso viaje a México y la frontera de Estados Unidos en busca de asilo. Al brindar oportunidades para que los jóvenes construyan vidas productivas—ya sea terminar la escuela, comenzar un negocio o aprender una vocación—Jóvenes Constructores tiene como objetivo brindar oportunidades para que los jóvenes prosperen en los lugares donde viven.

Desde que CRS lanzó su programa Jóvenes Constructores, más de 10,000 jóvenes han participado. Alrededor del 70 por ciento de los graduados han encontrado trabajo, regresado a la escuela o ambos. Una gran parte de los graduados de Jóvenes Constructores son mujeres jóvenes.

“Te das cuenta a través de este programa que hay muchos problemas, sin embargo, hay muchos jóvenes que quieren mejorar sus vidas y ayudar a sus comunidades”, dice Crisia Chávez, coordinadora de alcance para Jóvenes Constructores El Salvador, y ella misma una graduada del programa.

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Crisia vive en un pueblo rural en la parte noroeste del país, rodeado de colinas volcánicas y fincas de café que dominan el lago Coatepeque, considerado uno de los lagos más hermosos del mundo. Para un extraño, puede parecer idílico. Sin embargo, cuando Crisia asistía a la escuela, las pandillas violentas controlaban su comunidad y su escuela. Cuando los miembros de una pandilla rival comenzaron a amenazarla, ella temió por su vida y abandonó la escuela.

Luego, ella escuchó acerca del programa Jóvenes Constructores y se inscribió. Cambió su vida para siempre.

“Cuando comencé el proyecto, era extremadamente tímida y reservada”, recuerda. Sus padres no tenían el dinero para enviarla a otra escuela. Así que siguió una idea que tenía para un negocio: vender medicinas naturales que ella y su madre, que tenía experiencia en enfermería, harían ellas mismas. Los entrenadores de Jóvenes Constructores la ayudaron a crear un plan de negocios y le proporcionaron 200 dólares en capital inicial para que su empresa despegara. El negocio de Crisia pronto prosperó y ella obtuvo suficientes ingresos para volver a la escuela y graduarse.

No fue un camino fácil para Crisia y su familia. Su madre sufrió un derrame cerebral y estuvo en coma durante un año, lo que obligó a su familia a vender todo, incluso su modesta casa, para pagar los medicamentos y la recuperación de su madre. Sin embargo, después de obtener su diploma de escuela preparatoria, Crisia fue contratada por Jóvenes Constructores como coordinadora de servicios comunitarios. Con un empleo remunerado, Crisia pudo contribuir a la estabilidad financiera de la familia, incluso pagando para que su hermana terminara sus estudios de preparatoria y ayudando a su familia a comprar una pequeña parcela para una casa nueva. Ahora están dando los toques finales a las paredes de bloque de cemento, un techo de aluminio más resistente y electricidad, algo que parecía imposible antes de que Crisia se uniera al programa Jóvenes Constructores.

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Hoy, Crisia, ahora de 24 años, lidera 18 proyectos comunitarios con jóvenes en su pueblo. Los niños pueden jugar en un campo de fútbol nuevamente después de que Crisia reunió a un grupo de estudiantes para rehabilitar el viejo campo, descuidado tras años de abandono. Crisia dirigió a otro grupo para renovar un edificio escolar con una fachada desmoronada cubierta con grafiti de pandillas. Crisia nota con orgullo que incluso algunos miembros de pandillas unieron sus esfuerzos para reparar y pintar las paredes.

“Nunca pensé que me convertiría en una líder”, dice Crisia, quien recientemente ganó una beca completa del gobierno para la universidad en Santa Ana, donde estudia psicología. “Pero ahora, he terminado la escuela preparatoria, tengo un negocio, estoy en la universidad y tengo esta familia que amo—los jóvenes con los que trabajo para mejorar el futuro”.

Cambio de percepciones sobre el trabajo de las mujeres

“He aprendido a amar las cosas y a encontrar valor en mi trabajo”, dice Cesia Hernández, que vive en la vecina Nicaragua y es graduada del programa local Jóvenes Constructores ahí.

Cesia, que dirige su propio negocio de alimento para ganado, está ayudando a cambiar las percepciones sobre el papel que desempeñan las mujeres en su comunidad. Ella comenzó su negocio hace dos años después de terminar la capacitación empresarial de Jóvenes Constructores.

En su pequeña ciudad de origen agrícola cerca de la frontera con Honduras, hay pocos trabajos disponibles fuera de la agricultura y la cría de ganado. “La mayoría de las mujeres se quedan dentro de la casa, no van a la escuela o al trabajo”, señala Cesia. Tampoco muchos jóvenes terminan la escuela preparatoria. “Están en el campo o simplemente en casa sin nada que hacer”.

Cesia, ahora de 22 años, estuvo una vez en la misma situación. “Solía decir, me voy a quedar aquí, voy a morir aquí. Nunca soñé con un día tener hijos, un hogar o mi propio negocio”.

Su forma de pensar cambió cuando entró en el programa Jóvenes Constructores. En las comunidades rurales, el programa alienta a los participantes a iniciar negocios como la cría de ganado, la apicultura o el turismo local.

Cesia aprendió a cuidar ganado y hacer alimento para ganado, que comenzó a vender a los agricultores locales. Jóvenes Constructores también enseñó a Cesia valiosas habilidades para la vida. “Aprendí a dejar de lado el miedo porque a veces estaba demasiado asustada”.

Hoy en día, los vecinos a menudo la ven pedalear su bicicleta por el pueblo entregando cargas pesadas de alimento para ganado a sus clientes.

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“No es común que las mujeres hagan este tipo de trabajo”, dice ella. “Pero ahora están viendo que las mujeres pueden hacer otras cosas, y que podemos hacer lo que hacen los hombres. Y otras mujeres, cuando ven mi progreso, comienzan a creer que también pueden hacerlo”. Recientemente, Cesia fue mentora de otra joven en el pueblo que quería abrir una pequeña tienda de conveniencia. Cesia le dio instrucciones básicas de negocios y la ayudó a obtener un préstamo para alquilar un espacio y comprar un inventario. La tienda ahora está haciendo buen negocio con los habitantes locales, que antes tenían que viajar a la ciudad para comprar lo esencial.

Cesia entiende cómo la propiedad de una pequeña empresa puede transformar no solo a una persona, sino a toda una comunidad. Ella dice que ahora piensa mucho en el futuro.

“Quiero que mi negocio crezca”, dice ella. “Para vender a granel, por camión, y contratar a más jóvenes. Primero, les enseñaré y luego, con su ayuda, atenderemos la demanda en esta zona. Y si es posible, abastecer a todo el municipio. Y si Dios lo permite, todo el país”.

Actúa para apoyar a las mujeres en el Día Internacional de la Mujer. Solicita al Congreso que apoye el financiamiento de programas internacionales que empoderan a las mujeres alrededor del mundo.

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