En marzo de 2021, el número de personas infectadas con el virus del COVID-19 sumaba casi 127 millones y sobrepasaba los 2.7 millones de muertos en todo el mundo. La pandemia del coronavirus también ha tenido consecuencias económicas devastadoras, y ha globalizado el incremento del hambre, amenazando la vida de millones de personas.
El Banco Mundial informó en 2020 que el COVID-19 podría llevar a 150 millones de personas a la pobreza extrema en 2021 y poner a 14 países en alto riesgo de experimentar una inseguridad alimentaria severa.
Tus oraciones y colaboración generosa permiten a Catholic Relief Services responder al impacto y los efectos del COVID-19 en las comunidades más vulnerables. Es de vital importancia continuar implementando estrategias innovadoras para evitar nuevas olas del coronavirus y sus variantes, y asegurar que las familias y las comunidades sigan recibiendo el apoyo que necesitan para sobrevivir y prosperar.
Sudán del Sur
Sudán del Sur experimentó una segunda ola de casos de COVID-19 a finales de 2020. En Darfur, CRS se asoció con el Ministerio de Salud para compartir información sobre el virus con la población a través de charlas comunitarias, materiales y anuncios de radio.
En el este de África, muchas comunidades se vieron imposibilitadas de acceder a alimentos no sólo por los efectos del COVID-19 sino también por los enjambres de langostas que arrasan las cosechas. En gran parte de Sudán del Sur, el hambre y la escasez de alimentos es preocupante, particularmente en comunidades remotas y vulnerables. CRS, en asociación con la Oficina de Alimentos para la Paz, de USAID, y el Programa Mundial de Alimentos, trabaja en mejorar la seguridad alimentaria y ayudar a las comunidades a aumentar su capacidad de recuperación ante emergencias como sequías, inundaciones y conflictos.
“Catholic Relief Services adaptó su programación para prevenir la propagación del COVID-19 y reducir el riesgo de transmisión”, comenta John O’Brien, representante de CRS en Sudán del Sur. “Hemos ajustado nuestras actividades de distribución para proteger al personal y a los participantes”.
En los eventos de distribución de alimentos, CRS implementó diferentes medidas de seguridad como el lavado de manos, comunicación de riesgos y el distanciamiento físico. También proporcionamos raciones de alimentos extras a hogares para ayudar a las familias y comunidades a sobrellevar la situación durante las restricciones de desplazamiento y reuniones.
Guatemala
Debido a las restricciones del COVID-19, las escuelas estuvieron cerradas en todo Guatemala y miles de estudiantes dejaron de recibir almuerzos ofrecidos en los programas de distribución de alimentos escolares. Estos almuerzos eran para muchos su única comida del día y su principal fuente de nutrición. Frente a este problema, CRS trabajó con el Ministerio de Educación de Guatemala para proporcionar raciones de arroz, maíz, aceite vegetal y frijoles a más de 50.000 estudiantes a través del proyecto McGovern-Dole Alimentos para la Educación, financiado por USDA. Al darle estas despensas a las familias para que se las llevaran a casa mientras las escuelas estaban cerradas, ayudó a miles de niños que corren el riesgo de sufrir desnutrición crónica.
Además de apoyar las necesidades alimentarias y nutricionales, CRS trabajó con Caritas y el Ministerio de Salud de Guatemala para prevenir la propagación del coronavirus a través de capacitaciones, suministros y campañas de concientización.
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CRS proporcionó equipo de protección y capacitación a los trabajadores de la salud y estuvo compartiendo información de prevención a través de mensajes de texto, WhatsApp y anuncios de radio para llegar a miles de personas en comunidades de todo el país. Suministramos mascarillas, guantes y artículos de limpieza a pacientes que dieron positivo al COVID-19. Además, nos asociamos con Caritas San Marcos para distribuir artículos de higiene a más de 4.500 familias, con el objetivo de apoyar a casi 90.000 personas en total.
Filipinas
En noviembre de 2020, mientras Filipinas enfrentaba al COVID-19, el tifón Goni azotó el país destruyendo decenas de miles de hogares y causando más de $250 millones en daños. CRS, junto a nuestros socios locales, ayudamos a más de 2.000 familias a acudir a refugios de emergencia. También proporcionamos suministros de higiene a 8.000 familias – artículos indispensables para prevenir la transmisión del COVID-19.
CRS también ofreció su apoyo a personas con discapacidades y a trabajadores en la economía informal pues la cuarentena afectó sus medios de subsistencia y el acceso a los alimentos.
CRS ayudó a una residencia para personas con discapacidades a conseguir alimentos para un mes y otros artículos de necesidad que fueron identificados por los propios residentes durante consultas remotas. Las provisiones incluyen verduras y frutas frescas, arroz, huevos, productos enlatados, jabón, pasta de dientes, lejía y otros artículos.
En coordinación a Caritas Filipinas, CRS también otorgó subsidios en efectivo a personas que no pudieron trabajar a causa de la pandemia para que pudieran comprar alimentos y otros suministros.
“Solía ganar siete dólares al día pero, desde el cierre, dependo de la ayuda de mis hermanos para dar de comer a mis tres hijos”, dice Pablito Velásquez, un conductor de mototaxi quien recibió una subvención en efectivo. “Con este dinero, pude comprar arroz y alimentos para mi familia”.
La propagación del coronavirus agravó la situación de nuestros hermanos que padecen hambre y desnutrición. Por eso ahora, más que nunca, debemos trabajar para construir un mundo más humano donde ya no haya hambre.
Ayuda a que las familias y los niños tengan acceso a suficientes alimentos nutritivos uniéndote a nuestras campañas.
Pídele al Congreso que apoye la ayuda externa para garantizar que ninguna persona en el mundo pase hambre.