Alimentos que nutren los sueños:
La historia de María Ana

Alimentos que nutren los sueños:
La historia de María Ana

El Banco Mundial estima que el COVID-19 hará que la pobreza extrema aumente a nivel mundial por primera vez en 20 años; entre 110 y 150 millones de personas caerán en pobreza extrema en 2021. Además, 270 millones de personas necesitarán asistencia alimentaria este año (casi el doble del número en 2019) y el Programa Mundial de Alimentos advierte que la hambruna se avecina en varios países en crisis. Como discípulos misioneros, estamos llamados a responder a las necesidades urgentes de quienes enfrentan hambre y desnutrición y a abordar las causas profundas de esta crisis global.

El hambre: una barrera para la educación

María Ana, de 16 años, sueña con ser enfermera en su comunidad de El Pinal, una aldea remota en Honduras, donde vive con sus padres y cuatro hermanos menores. Todas las mañanas, camina a la escuela por un largo sendero de tierra con sus dos hermanos, Marco y Denis. Su papá, Don Cristóbal, cultiva maíz y malanga, un tubérculo parecido a las papas. Pero lo que produce su duro trabajo no es suficiente para alimentar a toda la familia, y menos aún para vender. María Ana, consciente de la situación, está agradecida por su educación pues sabe que muchos estudiantes de las zonas rurales de Honduras dejan de asistir a la escuela a causa del hambre.

María Ana Gómez Pérez, de 16 años, es estudiante en la escuela José Suazo Córdova en Intibucá, Honduras. Sus maestros la describen como una buena estudiante que quiere continuar con sus estudios para llegar a ser enfermera. Foto de Oscar Leiva/Silverlight por CRS

La desnutrición hace que los niños no tengan energía para concentrarse y aprender. Pero la gente de El Pinal está ayudando a abordar este problema. Todos los días, los padres se ofrecen como voluntarios para preparar almuerzos y meriendas para los estudiantes con verduras donadas por las familias locales, y aceite, arroz y frijoles proporcionados por Catholic Relief Services a través del programa Food for Education. Gracias a estas comidas, los estudiantes pueden concentrarse en el aula y tienen energía para jugar y ayudar con los quehaceres en el hogar. Incluso traen contenedores para llevar a casa las sobras para compartirlas con sus padres y hermanos.

Un Futuro Esperanzador

Don Cristóbal insiste que sus hijos vayan a clases pues sabe que los almuerzos que reciben los ayudarán a mantenerse saludables para perseguir sus sueños. Y María Ana también hace su parte, aprendiendo todo lo que puede de sus maestros. “Nuestra maestra nos ha enseñado la importancia de obtener una buena nutrición para estar saludables, tener un buen desempeño en la escuela y poder lograr lo que queramos”, comparte entusiasmada.

Ayuda a garantizar que los niños de la aldea de María Ana y de todo el mundo tengan un futuro prometedor. Pide a los miembros del Congreso que, en su presupuesto anual, incluyan fondos para la ayuda internacional centrada en reducir la pobreza.

María Ana, de 16 años, recibe un almuerzo balanceado gracias al programa Food for Education de Catholic Relief Services. El programa la ha ayudado a ella y a sus hermanos a tener una comida saludable, lo que ayuda a la economía de su familia ya que a veces sólo tienen para comer una vez al día. Foto de Oscar Leiva/Silverlight por CRS

Además de las comidas, CRS brinda educación sobre nutrición, incluyendo cómo incorporar otros alimentos cuando hay poca variedad. Por ejemplo, María Ana aprendió que, “durante la estación seca, podemos hacer empanadas de malanga, que tiene muchas cosas buenas como el potasio y el hierro, y proporciona muchos otros nutrientes.” El cambio climático impacta severamente a las personas que viven en comunidades rurales y es una de las principales causas del hambre y la pobreza.

Da estos 3 pasos para luchar contra la crisis mundial del hambre

La doctrina católica nos dice que toda persona tiene derecho a la vida, incluyendo lo necesario para mantener una vida digna. Sin embargo, a pesar de que hay suficientes alimentos en el mundo para alimentar a todos, hay millones de personas alrededor del mundo que padecen hambre crónica y desnutrición. Como cristianos, tenemos la responsabilidad de continuar apoyando a niños como María Ana y tomar acciones para cambiar los sistemas y estructuras que causan el hambre y la desnutrición en el mundo.

1. Conoce más

¡Tú puedes liderar el camino para prevenir la pobreza y acabar con el hambre! Conoce más sobre nuestra campaña Lidera el Camino para Acabar con el Hambre para obtener más información sobre la campaña y encontrar herramientas y recursos para participar.

2. Reza por quienes tienen hambre

La oración nos acerca a Dios y nos une en solidaridad con nuestra familia humana. Participa de este retiro en línea de 10 minutos para orar y reflexionar sobre la crisis mundial causada por el hambre y agravada por la pandemia del coronavirus.

3. Actúa

El Evangelio de Mateo nos recuerda que debemos ayudar a todos nuestros hermanos y hermanas, incluso a aquellos que no conocemos. Cuando hacemos esto, asistimos a Cristo mismo “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era forastero y me acogiste” – Mateo 25:35.

Necesitamos voces proféticas, voces de personas como tú, que se han encontrado a Cristo en el rostro de los pobres y que buscan abrir el camino hacia un mundo donde nadie tenga hambre y todas las personas prosperen.

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