Elmer Pineda asiste a la escuela primaria Justo P. Henríquez, un plantel que se beneficia del programa “Alimentos para la Educación,” a cargo de Catholic Relief Services y las autoridades locales.   A través del incentivo de comidas escolares, Elmer y más de 50.000 los niños tienen acceso a una mejor educación, transporte, patrullas de seguridad y tutoría entre muchos otros.Foto por Christian Meléndez López/CRS.

Edgar Mendoza y Elmer Pineda quedaron en mi memoria. Cuando yo los conocí, estos pequeños de 12 años estaban a punto de graduarse de la escuela primaria Justo P. Henríquez, donde compartían el gusto por las matemáticas. Los chicos estaban ansiosos por decirme acerca de su escuela, un humilde plantel en la cima de una montaña en el norte de Honduras. Les pregunté si eran mejores amigos, y simplemente se rieron y asintieron con la cabeza.

La escuela Justo P. Henríquez consiste de tres pequeñas aulas, una cocina y letrinas nuevas, una para los niños y otra para las niñas, ambas construidas por la comunidad. Hay 57 estudiantes y tres profesores, entre ellos el director. Cada maestro supervisa tres grados en una sola aula.

Como parte de su día, los estudiantes reciben una “merienda”, un almuerzo ligero que, en algunos casos, constituye la mitad de la nutrición diaria de un estudiante. Durante mi tiempo en la escuela, las madres de dos de los niños preparaban la ración del día.

La escuela es una de 1.047 escuelas que se benefician del programa Alimentos para la Educación, a cargo de Catholic Relief Services y las autoridades locales, con fondos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. A través del incentivo de comidas escolares, Edgar, Elmer y más de 50.000 niños ahora tienen acceso a una mejor educación, transporte, patrullas de seguridad y tutoría entre muchos otros.

Cada vez que veo sus fotos, recuerdo que durante mi visita, dejé una parte de mi corazón con ellos. Recuerdo especialmente cuando me dijeron lo mucho que les gustaría tener agua potable en sus escuelas y hogares. Edgar mencionó que él y sus hermanos caminaban kilómetros para llegar al pozo más cercano tres veces al día. Gracias a la alimentación del programa de CRS, estos matemáticos tienen ahora la oportunidad de llevar a cabo sus metas.

Como dije, son necesidades simples: agua.

CRS y la municipalidad apoyaron a la comunidad de El Planón para construir un sistema de agua y saneamiento. Este proyecto benefició a toda la comunidad. Y ahora, trabajan con confianza en otros proyectos para mejorar intereses comunes.

El Programa de Alimentos Para La Educación ha aumentado el rendimiento académico en por lo menos un 20 por ciento en algunas escuelas. El programa ha mejorado la asistencia de los niños en 17 municipios del estado de Intibucá, sirviendo más de 7 millones de raciones de comidas escolares diariamente y proporcionar una ración seca que los estudiantes pueden llevar a casa.

El programa incluso proporcionó una nueva pizarra para el aula de preescolar. Necesidades simples.

Christian Meléndez López es editora y productora para Catholic Relief Services. Su oficina está en la sede mundial en Baltimore, Maryland.