Mejora de la Salud Infantil y el Ingreso Familiar en Guatemala

Mejora de la Salud Infantil y el Ingreso Familiar en Guatemala

Jacinta Maroquin Pablo perdió a cinco de sus hijos antes de que cumplieran dos años. Rosa Pablo Pérez perdió a su hija de en medio antes de que cumpliera tres años. Ninguna de las mujeres sabe por qué, pero ambas saben que esperaron demasiado tiempo para ver a un médico. Sin darse cuenta de qué tan enfermos estaban sus hijos, ninguna madre quería gastar dinero que no tenían para contratar a un conductor que las llevara a la clínica más cercana.

Virginia y su hija Gladys viven en Comitancillo, Guatemala, donde el programa SEGAMIL de CRS está mejorando la nutrición, la salud y los ingresos. Foto por Oscar Leiva / Silverlight para CRS

Jacinta y Rosa viven en Comitancillo, una de las zonas más pobres de Guatemala, donde el programa SEGAMIL de Catholic Relief Services—que significa Seguridad Alimentaria Enfocada en los Primeros 1,000 Días—está tratando de asegurar que lo que pasó con sus hijos no suceda a los demás.

Estamos trabajando con 10,500 familias de agricultores por año para mejorar su acceso a la alimentación. Además de distribuir estos alimentos tan necesarios a los niños vulnerables, mujeres embarazadas y nuevas madres, SEGAMIL trabaja con las familias para mejorar la higiene y la nutrición, y aumentar el uso de los servicios médicos.

Mujeres como Jacinta y Rosa están aprendiendo sobre la prevención de la desnutrición y el tratamiento de enfermedades comunes como la diarrea y la neumonía que pueden ser fatales, especialmente para los niños pobres y desnutridos de Guatemala.

“La desnutrición es a menudo parte de un círculo vicioso que incluye la pobreza y las enfermedades”, dice Mónica Rodríguez, que supervisa el proyecto de seis años en Guatemala. “Un niño desnutrido se enferma más a menudo, no le va tan bien en la escuela y puede llegar a ser física y mentalmente impedido. Esto mantiene a las comunidades atrapadas en el ciclo de la pobreza.”

Un alto al ciclo de la pobreza

En San Marcos, el estado del altiplano occidental donde se encuentra Comitancillo, la seguridad alimentaria es de gran preocupación. La tasa de desnutrición es más alta que en algunas partes del África subsahariana, y más de dos tercios de la población es pobre. Para familias como la de Jacinta y Rosa, cultivar suficiente comida para alimentar a una familia es una lucha anual. Y décadas de políticas gubernamentales han excluido a los pueblos indígenas en su mayoría mayas de la región de tener acceso a los servicios básicos.

“Es por eso que CRS toma un enfoque doméstico para mantener a las familias saludables al ayudarles a mejorar su agricultura, cuidado de la salud, educación y nutrición, mientras diversifica sus ingresos”, dice Rodríguez.

Para Rosa, cambiar el patrón que condujo a la muerte de su hija es un asunto de familia.

Ella es promotora de salud comunitaria—miembro de un grupo pequeño pero eficaz de voluntarios que están aprendiendo, entre otras habilidades, cómo identificar los signos de peligro durante el embarazo y el parto y la forma de tender al ganado doméstico de una manera higiénica. Ellos comparten estas habilidades con otras familias.

Por ejemplo, a Rosa se le pide a menudo dirigir talleres comunitarios sobre los temas relacionados con la salud y la nutrición en el plan de estudios de SEGAMIL.

Asistencia médica para los niños enfermos

En una mañana reciente, unas 40 mujeres y sus hijos se reunieron en el patio de una tienda de conveniencia del barrio. Sentadas en su mayoría en troncos y cubetas—muchas con bebés envueltos en mantas y atados por tiras de tela de colores a las espaldas de sus madres—las mujeres estaban ahí para aprender a cuidar de sus hijos cuando están enfermos. La lección fue oportuna, dado que la mayoría de los niños tenían resfriado y tos.

La entrenadora de CRS mostró al grupo cómo hacer un suero casero con agua, azúcar y un poco de sal para evitar que los niños con diarrea se deshidraten. La diarrea es una condición común en Comitancillo, donde el agua potable es escasa. Ella habló de cómo reducir la fiebre de un niño sin aspirina colocando un paño mojado en la cabeza y el vientre del bebé, y cómo saber cuándo es el momento de llevar al bebé a un médico.

“De esa manera mantenemos baja la fiebre, no dándole aspirina y no dándole hierbas”, explica la entrenadora a las mujeres. “Y por la mañana, es importante llevarlo a la clínica rápidamente. No podemos esperar demasiado tiempo para llevar a nuestro bebé enfermo a un médico.”

Javier juega mientras los adultos se reúnen para una junta acerca de cómo mantener a sus hijos sanos y a sus familias bien alimentadas a través del programa SEGAMIL de CRS. Foto por Oscar Leiva / Silverlight para CRS

Es una lección que Rosa desea hubiera aprendido antes de que su hija se enfermara con diarrea y más tarde fuera diagnosticada en la clínica de salud con neumonía.

Lo mismo ocurrió con la hija de dos años de Jacinta, la mayor de los 5 entre sus 14 hijos que murieron.

“Pensamos que estaría bien con una aspirina, y no teníamos dinero para ir a la clínica”, dice Rosa, con lágrimas en los ojos. “Al tercer día finalmente la llevamos y ahí es donde la dejé.”

Rosa y su esposo, Patrocinio, ahora tienen un niño de seis meses de edad, que ella dice es más sano de lo que fueron sus dos hijos restantes de bebés.

“Nunca tuvimos aquí un programa para ayudarnos, para hablarnos de cómo manejar estas cosas. Ahora sé sobre el lavado de manos y las señales de alerta para cuando tenemos que ir a la clínica”, dijo ella.

Diversificación de las dietas

Ella y las otras mujeres de su comunidad que participan en el proyecto ahora tienen filtros de agua para asegurar una fuente constante de agua potable. Y ellas reciben un paquete mensual de alimentos que incluye arroz, aceite y harina de soya y maíz, que utilizan para hacer una gran variedad de alimentos nutritivos. La comida ayuda a mejorar las dietas de las familias y es un incentivo para permanecer en el programa, el cual requiere que las mujeres y sus bebés asistan a las reuniones mensuales donde el peso y la salud de sus bebés son monitoreados.

Trabajadores de la salud comunitarios también visitan los hogares para monitorear la salud de los niños que han sido identificados como enfermos o de bajo peso.

Para mejorar la dieta de su familia, Rosa comenzó recientemente un jardín casero donde cultiva verduras como rábanos, zanahorias y hierbas. El jardín sirve como una herramienta de enseñanza para que otras mujeres aprendan a cultivar y preparar alimentos similares.

Ella y su esposo ahora cultivan amaranto como alimento. La planta produce una semilla con alto valor nutricional. Una vez común en Centroamérica, fue prohibida por los españoles durante la época colonial debido a su uso ritualista por los grupos indígenas. El maíz, el pilar de la dieta centroamericana, lo reemplazó.

Mejorar los ingresos agrícolas

Los ingresos de la pareja, sin embargo, aún provienen de la producción de patatas por lo cual Comitancillo es conocido.

Audilia Ambrosio Ram’rez, de 24 años, pesa un bebé en un puesto de salud de la localidad en Guatemala, como parte de un esfuerzo para poner fin a la desnutrición y la mortalidad infantil. Foto por Oscar Leiva / Silverlight para CRS

La mayoría de los agricultores como Patrocinio venden sus patatas localmente a intermediarios que pagan precios bajísimos. CRS les está ayudando a organizarse para que puedan conectarse a los mercados más lucrativos.

Este año, unos 50 agricultores de Comitancillo, incluyendo Patrocinio, venderán alrededor de 54,430 kilogramos (120,000 libras) de patatas a una empresa nacional de patatas fritas a un precio que es un 25 por ciento superior a la tasa de mercado. Ellos reciben un precio más alto porque ellos lavan y cepillan las patatas antes de entregarlas, en vez de venderlas directamente de la parcela.

El precio tiene en cuenta el costo de producción, que incluye el almacenamiento y transporte—cálculos que los agricultores de Comitancillo han aprendido recientemente a hacer.

Jacinta, que cultiva patatas en cerca de 1.2 hectáreas (3 acres), quiere empezar también a vender parte de su cosecha a la empresa de patatas fritas. CRS la está ayudando a mejorar la calidad de sus patatas para que cumplan con los estándares de la compañía.

Conectar a los agricultores con los compradores es sólo una parte de un esfuerzo más amplio para ayudar a los agricultores a mejorar su producción de cultivos y ser más eficientes.

“Queremos que los agricultores tengan un mejor control sobre sus parcelas”, dice Miguel Ángel Orozco Escalante, un especialista de microempresas de CRS. “En última instancia, estos van a ser cambios a largo plazo.”