Luchando Contra El Trabajo y El Matrimonio Infantil En La India

Por Laura Sheahen

Pushpa tenía 11 años cuando se levantó una mañana y se encontró con que asistiría a una boda ese día: la suya. Sus padres y demás familiares habían acordado que se casara con su primo hermano, hijo de una tía. Él tenía 25 años.

En la India rural, matrimonios como el de Pushpa no son raros. Familiares, incluso muy jóvenes, son a veces obligados a casarse entre ellos con el fin de mantener la propiedad dentro de la familia, o por otras razones. Para las niñas, el verse forzadas al matrimonio a edad tan temprana, es aterrador.

Pushpa, actualmente de 19 años, fue obligada a casarse a la edad de 11, pero escapó a una escuela patrocinada por CRS. Foto de Laura Sheahen/CRS

Pushpa, actualmente de 19 años, fue obligada a casarse a la edad de 11, pero escapó a una escuela patrocinada por CRS. Foto de Laura Sheahen/CRS

“No sabía lo que era el matrimonio”, dijo Pushpa. “Me sentía triste, porque él tenía 25 años. Tuve que irme a vivir con él a casa de mis suegros”.

“Era algo vergonzante. A los 10 días me escapé”.

La niña tenía un lugar a dónde ir, una escuela patrocinada por Catholic Relief Services (CRS) y nuestro socio, la Fundación Mamidipudi Venkatarangaiya (MVF, por su sigla en inglés). Pushpa había asistido antes a esa escuela, y sabía que allí estaría segura.

Los padres de Pushpa hablaron con sus parientes políticos y la familia acordó permitirle que abandonara el matrimonio. Pero, “si no existiera la fundación MVF”, dijo Pushpa, ahora de 19 años, “todavía estaría allí”.

“Hubiera preferido morirme”

Pushpa siguió asistiendo a la escuela de la MVF, denominada escuela “puente” porque ayuda a los alumnos que han perdido clases a recuperarlas y así retornar a las escuelas públicas. Estas escuelas son vitales en aldeas como la de Pushpa, donde muchos niños abandonan los planteles a corta edad para trabajar o casarse. Con intervención, niños de entre 10 y 16 años pueden regresar a la escuela en lugar de trabajar largas jornadas en las plantaciones de algodón o cuidando ganado.

Cerca de la aldea donde vive Pushpa, al sur de la India, otras chicas afrontan situaciones similares. “Mi padre trabajaba en el mantenimiento de carreteras. Murió cuando yo tenía 10 años, así que abandoné la escuela”, dijo Sunita, actualmente de 18 años. “Algunas de mis amigas se casaron cuando tenían 10 años. Yo hubiera preferido morirme”.

Sunita no se casó, pero trabajó en los campos de cultivo hasta los 13 años, recogiendo algodón y limpiando de malezas las siembras de tomate, ganando unos 70 centavos diarios. Luego, un policía le contó acerca de la escuela puente.

“Regresé a la escuela”, dijo Sunita, mostrando sus libros de texto con una amplia sonrisa. “Gracias a MVF, podemos continuar nuestros estudios. Sin MVF, yo me habría casado y ahora tendría hijos”.

Niños liberados de la servidumbre

En la aldea de Sunita, a veces, padres empobrecidos entregan sus hijos a trabajar en régimen de servidumbre bajo acuerdos con terratenientes acaudalados. Los padres frecuentemente reciben una suma que para ellos es considerable por adelantado, por ejemplo unos 80 dólares, por un año de trabajo del niño. Niños de 10 años son sometidos a cuidar ganado o lavar platos en un comedor a la orilla de la carretera. Niñas de la misma edad son sometidas a colectar algodón o cuidar a los hijos de sus empleadores.

De izq. a dcha., Sunita, con su madre Saroja y su amiga Meena. Las dos niñas abandonaron el trabajo y retornaron a la escuela. Foto de Laura Sheahen/CRS

De izq. a dcha., Sunita, con su madre Saroja y su amiga Meena. Las dos niñas abandonaron el trabajo y retornaron a la escuela. Foto de Laura Sheahen/CRS

MVF ayuda a los líderes comunitarios a negociar con los empleadores formas de anular los contratos. La fundación trabaja también para evitar los matrimonios infantiles, que fueron prohibidos en 1978 pero son todavía muy comunes.

“Había una boda planeada para una chica de 13 años”, recordó Sunita. “La familia pagó miles de rupias a la familia del novio. Pero, MVF detuvo el matrimonio”.

MVF también organiza foros sobre protección infantil en aquellas aldeas donde los niños abandonan la escuela. Estos foros son integrados por residentes capacitados para persuadir a los empleadores, padres y niños acerca de los beneficios de la educación. Los miembros de estos foros, por ejemplo, recorren su vecindario en busca de niños que no asisten a la escuela.

Cuando están trabajando para persuadir empleadores o padres para que permitan a los niños a regresar a la escuela, los miembros del foro tratan de nunca aceptar una respuesta negativa. “Fui a lo de unos padres a hablar sobre su hijo de 10 años”, dijo un anciano de la aldea.

“Trataron de que me fuera. Seguí yendo a su hogar para convencerlos y, eventualmente, tuve éxito”.

A veces a quienes hay que persuadir es a los niños. “Abandoné la escuela cuando tenía10 años”, dijo Ramalu, un adolescente de la aldea de Indravelly, en el sur de la India. “Trabajaba en la granja de mis padres. No me interesaba la escuela para nada”.

“Pero, MVF siguió insistiendo durante dos años para que regresara, y así lo hice”, dijo el muchacho. “Ahora me siento motivado y quiero estudiar más. Estoy estudiando y espero llegar a ser técnico de laboratorio”.

A diferencia de Ramalu, la mayoría de los niños no trabaja en las tierras de sus padres. La mayoría de los que abandonan los estudios se va a trabajar en tierras ajenas, por centavos al día y por el resto de sus vidas. Al darle a estos jóvenes una educación y oportunidades, el programa MVF rompe con el ciclo de pobreza a que estaban condenados de por vida.

Escuelas para niños en situación de riesgo

Además de las escuelas puente para niños mayores de 10 años, el proyecto educa a niños más pequeños de las comunidades tribales, grupos estos que afrontan discriminación bajo el ilegal pero todavía vigente sistema de castas de la India. En estas remotas aldeas, niños menores de 10 años aprenden matemática, ciencias y lectura, además de higiene y asepsia. “Era difícil estimular a las personas para que enviaran sus hijos a la escuela”, dijo una maestra de una escuela tribal. Pero se las arreglaron para ello, y ahora asisten docenas de muchachos y muchachas.

Niños de las comunidades tribales de la India afrontan discriminación debido a las prolongadas divisiones de casta. Las escuelas patrocinadas por CRS garantizan que ellos obtengan una educación. Foto de Laura Sheahen/CRS

Niños de las comunidades tribales de la India afrontan discriminación debido a las prolongadas divisiones de casta. Las escuelas patrocinadas por CRS garantizan que ellos obtengan una educación. Foto de Laura Sheahen/CRS

El proyecto CRS-MVF, financiado por la Fundación Vista Hermosa, ha educado a miles de niños que de otra forma se verían obligados a trabajar o casarse a temprana edad. Rajeswari, de 18 años, abandonó la escuela pero, gracias a MVF, regresó. Tras graduarse de enfermera, trabaja en un hospital para leprosos. Aunque su empleo es de tiempo parcial, gana más de lo que obtendría recogiendo algodón el día entero. “Hay que completar cierto nivel escolar para obtener este trabajo”, dijo. “Si yo no hubiera regresado a la escuela, no habría tenido oportunidad de conseguir el empleo”.

Saroja, la madre de Sunita, que es viuda y ha pasado la mayor parte de su vida trabajando en tierra ajena, espera que su hija tenga más oportunidades. “Si ella estudia, su vida será mejor. No dependerá de otros”, dijo Saroja. “No quiero que sufra como sufrí yo”.

Pushpa se hace eco de esto. Con el dolor que le dejó su matrimonio infantil, ahora estudia para obtener un título en economía. Si llego a tener hijos, dijo Pushpa, “quiero encaminar a mis hijas a que se eduquen, para que puedan elegir qué hacer con sus vidas”.

Laura Sheahen es asociada regional de comunicaciones en la región de Asia para Catholic Relief Services. Su oficina está en Camboya.

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