El Papa En Cuba: La Iglesia Celebra A La Tercera Edad, Población Marginada

El Papa En Cuba: La Iglesia Celebra A La Tercera Edad, Población Marginada

Por Robyn Fieser Con un 18 por ciento de sus 11 millones de habitantes mayores de 60 años, Cuba es el país latinoamericano con la segunda mayor concentración de personas de la tercera edad. Eso se debe en parte al sistema de salud del país y una mayor expectativa de vida, bajos índices de natalidad, y una buena cantidad de emigración sin el contrapeso de la inmigración. En otras palabras, mientras muchas personas salen de Cuba, la mayoría son jóvenes. Por otro lado, no hay mucha inmigración al país para ocupar su lugar. Mientras tanto, la población esta envejeciendo y viven más tiempo.

Mercedes Hernández Valdez, de 68 años, es voluntaria de Cáritas Cubana y dirige un comedor en la parroquia de San Agustín en La Habana para alimentar a los ancianos. CRS trabaja en Cuba a través de Caritas Cubana para atender las necesidades de las poblaciones más vulnerables como los ancianos y los niños con síndrome de Down.

Mercedes Hernández Valdez, de 68 años, es voluntaria de Cáritas Cubana y dirige un comedor en la parroquia de San Agustín en La Habana para alimentar a los ancianos. CRS trabaja en Cuba a través de Caritas Cubana para atender las necesidades de las poblaciones más vulnerables como los ancianos y los niños con síndrome de Down.

Durante más de 20 años, Cáritas Cubana ha tenido como prioridad ayudar a cuidar a las personas de la tercera edad, que tienden ser pobres y marginados. Cerca de 7.000 voluntarios a lo largo de las 11 diócesis del país trabajan juntos para hacer la vida un poco más fácil para las personas mayores, muchas de las cuales viven solas y luchan para ganarse la vida con las pequeñas pensiones que reciben. Los grupos de apoyo de Cáritas —hay alrededor de 400 en la isla—operan los comedores comunitarios (a veces en las casas de los voluntarios si no hay instalaciones en la iglesia) y proveen servicios de lavandería para los ancianos.

Algunos recientemente han creado salones de belleza informales donde los hombres pueden ir a afeitarse y a las mujeres a que les arreglen el cabello. Los talleres ayudan a las personas de la tercera edad aprender a coser o hacer manualidades, que a su vez pueden vender para recaudar dinero para organizar una fiesta o tomar una excursión de un día. “Satisfacer sus necesidades básicas es una cosa, pero también tratamos de crear espacios donde puedan compartir con otras personas de la misma edad e intereses similares,” dijo Maritza Sánchez, directora de Cáritas Cubana. “Queremos que se involucren, eso es lo que cambia su estilo de vida y los ayuda a descubrir su potencial.” Maritza me envió ayer para reunirme con un grupo de personas mayores que almuerzan en su iglesia de San Agustín. Ahí conocí a Juana Martínez, una mujer de 78 años que ha comido su almuerzo en San Agustín tres días a la semana durante los últimos 12 años. Su hija emigró a España hace unos dos años. Juana ahora vive sola y alquila su cochera como espacio de estacionamiento y así obtener un ingreso adicional y complementar su pensión mensual.

Juana trabajó durante 15 años lavando platos en una escuela metodista. Cuando cerraron la escuela, se fue a trabajar a las instalaciones deportivas del estado. Después de casi 30 años ahí, se retiró con una pensión mensual de alrededor de ocho dólares. Es apenas lo suficiente para cubrir sus gastos básicos, sin embargo Juana ve la vida como una lucha. “Es la lucha que hace la vida bella,” dijo. Almorzar en San Agustín y las actividades de la iglesia a las que asiste son lo que la mantienen en pie. “Me encanta bailar y cuando vengo a la iglesia, entro bailando,” comentó. La familia de la iglesia es igualmente importante para Mercedes Hernández Valdez, de 68 años, una voluntaria de Cáritas que opera el comedor comunitario. Las hijas de Mercedes también se fueron de Cuba hace más de 25 años (las vio hace dos años por primera vez en 19 años) y su esposo falleció recientemente.

Actualmente, Mercedes pasa cada momento que puede en San Agustín. No solamente conoce a cada persona que come ahí por su nombre, sabe dónde viven, cómo llegan ahí, y qué necesitan. Además, se compromete a conseguirles zapatos cuando puede, una pequeña barra de jabón (que, a partir de hace aproximadamente un año fue eliminada de las raciones del estado), o una manta.

Para más información sobre Cuba y los programas de CRS en ese país haz clíc aquí. Robyn Fieser es la asociada regional de comunicaciones de la región de América Latina y el Caribe para Catholic Relief Services. Su oficina está en Santo Domingo, República Dominicana.

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